miércoles, 22 de octubre de 2008

Droga, juego, alcohol. Una triste realidad

Por Beatriz Carolina Tenaglia

No sólo las slots son el problema


Interesa pensar por qué esta sociedad llega tarde, siempre está detrás del problema. Aparece recién ahora en la dirigencia que la ludopatía es una patología y que la vecindad del casino es una situación propiciatoria y un elemento facilitador que agrava la adicción al juego.

En este espacio de PUNTAL y desde antes de que instalaran el casino-slot en esta ciudad, se viene advirtiendo la inconveniencia de hacerlo, el perjuicio hacia los adictos y la posibilidad de que aparezcan nuevos ludópatas. Lo mismo se reiteró en el informe para el Concejo Deliberante en 2005 y en 2008. Se ha procurado impedirlo pero parece que primaron otras opiniones...

Por estos días se han reavivado las discusiones sobre el problema, las posturas y las intenciones de cambios. ¿Cuál es el objetivo? Ante ciertas opiniones aparecen otros intereses: Cerrar el casino implicaría un grandioso juicio y perder fuentes de trabajo. 

¿Limitar los horarios o trasladarlo? ¿Preservar la economía del jugador? En tanto algunos sugieren que para que no haya tanta fuga de dinero hacia la capital, la solución sería que quede un mayor porcentaje en esta ciudad. Nada parece ofrecer una solución ya que el adicto encuentra siempre la manera, el lugar y el horario para jugar.

En tanto haya tanta diversidad de opiniones y complicaciones para encontrar la solución, la señal no es buena y como por lo general, llega tarde. Se intenta ayudar a esos adultos enfermos porque se llegó a la conclusión de que pasan muchas horas en ese lugar. Se altera su estado emocional, se tornan antisociales, agresivos, y se destruye el grupo de convivencia. Algunos pierden mucho dinero en perjuicio de su economía y la de su familia, se endeudan, empeñan y malvenden bienes. Hay un deterioro en su salud física con trastornos del sueño, la alimentación y la salud en general. En casos extremos la desesperación los lleva hasta el suicidio. Son personas económicamente improductivas y sanitariamente costosas.

Y mientras hoy el debate es por ese grupo de adultos, por fuentes de trabajo y por el dinero que sale de Río Cuarto, se pierde en el olvido la gravísima problemática de los adolescentes. Grave porque es más aguda y porque no se trata de decenas sino que se los cuenta por miles.

Es que son miles... sí, miles de púberes, adolescentes y jóvenes que están camino a perderse. Con el alcohol y las drogas esos miles terminan los fines de semana perdidos, internados, caídos, destruidos...
Semejanza entre los problemas de ludópatas y jóvenes:

* Todos pierden demasiadas horas del día en un lugar inapropiado.

* Se altera su estado emocional, se tornan antisociales, agresivos, todo lo cual acarrea serios problemas familiares.

* Algunos gastan mucho dinero en perjuicio de la economía familiar.

* Otros roban, se endeudan y malvenden cualquier bien para tener el dinero que exigen las adicciones.

* Hay un deterioro en su salud física con trastornos del sueño, la alimentación y la salud en general.

* En casos extremos la desesperación los lleva hasta el suicidio.

* Son personas económicamente improductivas y sanitariamente costosas.

A estos lamentables pronósticos para los adolescentes, debe agregarse que se trata prácticamente toda la generación de mañana. La que tendrá que ejercer la dirigencia, desplegar profesiones, artes y trabajo. Que deberá cuidar de esta generación de adultos que serán viejos en veinte años. Y tendrán, nada menos, que educar a sus hijos por nacer.

Qué hacer con el altísimo nivel de alcoholización que desde la pubertad está impuesto como moda-necesidad en chicos y chicas. Qué ayuda aportar para que la adicción a las drogas deje de ser otra moda-necesidad-muerte. Qué incentivos promover para despertarles el interés en ser y hacer. Qué modelos pedagógicos aplicar para que estudiar resulte más atractivo. Qué expectativas ofrecer para que vivir sea un desafío interesante y valgan la pena los esfuerzos.

¿Otra vez llegando tarde? Con el juego primero se lo instaló y ahora se piensa cómo hacer para impedirlo. En cuanto a las drogas, ahora quieren legalizar el consumo. 

¿Habrá que esperar hasta que se den cuenta que es nociva, y después se debata cómo combatirla?  

Parece que los humanos no advierten el riesgo de autodestrucción. No se trata de hacer tanto ruido ante los hechos consumados, sino de abocarse con la mayor urgencia y seriedad a legislar sobre todos los aspectos preventivos que cuiden de la vida física y psíquica de las personas y mejoren la calidad de vida.

* Licenciada en Psicología.


Fuente: Puntal

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